domingo, 26 de abril de 2009

HACE MENOS DE 100 AÑOS LA INFLUENZA MATÓ A 100 MILLONES DE PERSONAS

En su número 38 (2001) Magazine publicó un artículo histórico sobre una de las últimas epidemias que habían azotado al mundo entero: la de la influenza o gripe española. De nuestros archivos te traigo nuevamente el artículo:
En marzo de 1918, en plena Primera Guerra Mundial, una enfermedad desconocida atacó a la guarnición del Fuerte Riley en Kansas, Estados Unidos.
El trastorno se manifestaba con accesos de tos, estornudos, dolores de huesos y músculos y elevadas temperaturas. Los organismos débiles eran empujados a la muerte.
Pronto el mal se extendió a otros campamentos militares de Estados Unidos y de ahí a la población civil. En cuestión de días la enfermedad traspasó las fronteras y llegó a Europa.
16 mil berlineses cayeron en cama y los médicos alemanes nombraron al padecimiento Blitz katarrh, (blitz es un vocablo que designa una acción fulminante muy rápida –como la Blitzkrieg militar de la Segunda Guerra Mundial-- y katarrh es igual a catarro).
En Londres se llegó a estimar la cantidad de 300 muertos semanalmente y en Escocia informaban de 15 a 20 muertes al día.
Fue en Francia donde se bautizó a la enfermedad como grippe. Al llegar a España fue nombrada como influenza hispánica o gripe española, como es conocida hasta hoy en día.
Sin hallarse una explicación a la epidemia, ésta se propagó a Asia, donde devastó China y la India. Llegó a Hawai, Alaska, Islandia, Noruega. En América Latina también causó estragos. México igual sucumbió a la enfermedad.
Prácticamente a todo el mundo llegó la gripe española. A pueblos chicos y grandes urbes. Nadie se salvó, excepto la remota isla de Tristan da Cunha, ubicada en el Océano Atlántico, entre Brasil y África.
La comunidad científica estaba paralizada. Nadie pudo proporcionar una explicación convincente. En Estados Unidos, salubridad pública de Virginia dijo que la enfermedad era causada por una planta venenosa llamada germen de la influenza.
Un doctor de Seattle recomendó envolver el abdomen del enfermo con toallas empapadas con vinagre caliente. Otro galeno, de Boston, declaró que la enfermedad era causada por el exceso de ropa.
Los brujos y charlatanes hicieron su agosto, pero la epidemia no cedió. La demanda de ataúdes, lugares en el cementerio y enterradores creció desmedidamente. Los entierros masivos se convirtieron en cosa común. Las fábricas y los barcos se paralizaron por falta de hombres.
Hacia finales de 1918, cuando la Gran Guerra estaba por concluir y la gripe española había matado a 21 millones 640 mil personas alrededor del mundo, el virus desapareció.
Tan repentinamente como llegó, la última epidemia de proporciones mundiales desapareció, sin explicación lógica.
En la década de los treintas, con el advenimiento del microscopio electrónico, se descubrió que la influenza era causada por un virus parecido a una bolita de algodón. Treinta millones de ellos caben perfectamente en la cabeza de un alfiler.
A la pregunta de si algún día el virus de la gripe puede volver a atacar de manera tan devastadora como lo hizo en 1918, la respuesta es sí.

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