sábado, 25 de septiembre de 2010

ESPACIO DEL LECTOR

LOS REPRESENTANTES DEL PUEBLO

La inmadurez de la política nacional

Luis Carlos García Aceves

Vivimos en un país que es, o pretende ser (elecciones fraudulentas, “destapes”, estructuras disfuncionales, partidos políticos improductivos, corrupción a todos los niveles), un Estado democrático…. Existen muchas posibles causas-raíz por las cuales podemos hablar de una “mala democracia” en México, y es que existen diferentes “grupos ideológicos”, cada uno queriendo explicar el problema de su propia manera. Y está bien, cuando hay un problema, lo primero que hay que hacer es comprenderlo, antes de poder dar un siguiente paso. Pero normalmente, las ideas o argumentos que acompañan estas explicaciones se basan más bien en reclamos y en señalar culpables. Creo que cada quien puede decidir si está de acuerdo con tal o cual propuesta y, ¿por qué no? proponer también causas y posibles soluciones del problema de la democracia en México.
Hay un tema que, a mi parecer, es una de las causas-raíz de las que hablo que no tiene tanto que ver con el acostumbrado “tira tira”. Preguntamos ¿Por qué la democracia en México parece no funcionar? Yo creo que, entre otras cosas, el problema está en la estructura política del país. No digo que no crea que existen otras causas más importantes, pero quisiera hablar de ésta en particular. Quiero decir (quizá optimistamente) que se trata de una política inmadura.
Y por “inmadura” no estoy deseando excusarla por “joven”, es simplemente que parece estar estancada, comparada con los modelos que han alcanzado otros países.
Para ejemplificar lo anterior y, a la vez, explicar esta causa de la que hablo, tomemos (paralelo a la situación de México) el caso de la política en el Reino Unido:
En ese país, la política se ejerce más similarmente a los sistemas democráticos que conocemos de lo que nos puede parecer. A pesar de ser oficialmente una monarquía constitucional vemos, sobre todo a nivel legislativo, que es factible hablar de una similitud. En México tenemos dos grupos de legislación principales: la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores; Reino Unido tiene lo propio en la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores. Actualmente el poder legislativo está inclinado hacia la cámara baja: los Comunes. Al igual que en nuestro país, en Reino Unido los parlamentarios en dicha cámara pertenecen a algún partido político. También la forma de elegirlos es similar: la nación se divide en distritos y en cada uno de ellos se elige democráticamente a una persona que los representará en la cámara. Entonces, ¿por qué es el Reino Unido mi ejemplo de estructura política “madura”, en contraposición con la nuestra?
Pienso que tiene que ver con la visión que los mexicanos tenemos de la política, a diferencia de la visión que tienen los ciudadanos del Reino Unido. No creo que llegar a decir que, por cultura, todos los ingleses, galeses, escoceses y norirlandeses que llegan a ocupar un escaño en el palacio de Westminster tienen únicamente en mente servir a sus respectivas comunidades y distritos, dejando todos los intereses personales de lado, sería del todo correcto. Sin embargo, me parece que sí es evidente la existencia en ellos de una vocación política más allá del simple deseo personal de ser parlamentario. Y aquí llega el contraste: mucho me temo que los puestos políticos en México pocas veces se ven como lo que deberían ser, trabajos impulsados por el deseo y la obligación de servir a los demás, a la democracia y al país. No es que la vocación política no exista, sino que se ve opacada por la búsqueda de dichos puestos como “empleos particulares” que sirven al beneficio personal. Para intentar respaldar y remarcar esta diferencia, presento los siguientes datos:
En Reino Unido (R.U.), el salario mínimo oficial para trabajadores mayores de 22 años es de 5.8 libras por hora [HM Revenue & Customs, 2009]. Los miembros de la Cámara de los Comunes perciben un sueldo anual de 65,738 libras [www.parliament.uk] más prestaciones/concesiones que varían de acuerdo a las necesidades de los miembros.
En México, el salario mínimo en la zona A es de 57.46 pesos por día. Los diputados, entre salario y prestaciones, reciben 152,446 pesos mensuales [Diario Oficial de la Federación, 2008] más un bono a fin de año de unos 100,000 pesos.
Ahora bien, si consideramos un promedio de 200,000 libras de prestaciones al año para un parlamentario en R.U. (cantidad que se acerca a los niveles máximos permitidos, y que se utiliza para sueldos de subordinados, viajes, vivienda en Londres, entre otras cosas), el sueldo anual de dicho legislador sería de 265,000 libras aproximadamente; considerando 360 días al año, ese sueldo diariamente es de 736 libras. Mientras tanto, aquella persona que en R.U. gana el salario mínimo, percibe en una jornada de 8 horas 46.4 libras. El parlamentario gana casi 16 veces lo que alguien con salario mínimo.
Haciendo algo similar para la situación mexicana, calculamos que un diputado mexicano gana al año 1’930,000 pesos aproximadamente. Dividido en 360 días, esto representa unos 5,360 pesos diarios. El sueldo de diputado es entonces poco más de 93 veces el salario mínimo.
Quisiera utilizar estos números para respaldar la idea de que en nuestro país, un puesto político para una persona puede (dejando por un momento de lado los intereses partidistas y otros factores) representar un “tesoro”, hasta el punto de que vale más la pena alcanzar dicho puesto por la recompensa monetaria que supone. Entonces el fin último de cualquier cargo público que se alcanza en una elección, que es representar a los votantes, queda en segundo término o incluso se pierde por completo.
Volviendo a la idea de la estructura política, es lógico razonar que una nación que establece los sueldos de los funcionarios “no tan altos” cuenta con una sociedad que está dispuesta a ejercer la función pública, no a “mantenerla”, que no necesita incentivos excesivos para representar a los demás y que tiene el poder en sus manos (en todas las manos), como dice la definición de democracia: es una estructura “madura”.
De lejos, el dibujo de la estructura política mexicana puede parecerse a la de otras naciones democráticas, sin embargo, basta observar más de cerca para darnos cuenta de que está construida con algunos ladrillos mal acomodados; uno de ellos es, en mi opinión, la forma en la que se perciben los puestos políticos que se alcanzan por elección popular. Los ladrillos están ahí, hacen que la estructura se mantenga, pero no le dan la suficiente estabilidad para que ésta realice su función adecuadamente.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Vergonzoso proceso electoral

Veracruz, nuestro estado, vivió en los últimos meses uno de los episodios más vergonzosos de su historia.
En la disputa por el poder, para controlar los recursos públicos del estado, para manipular a la sociedad y para decidir al antojo personal el destino de cada veracruzano, llegaron a los niveles más bajos de las últimas décadas.
Emplearon los recursos más viles, inmorales e indignos para hacerse del botín político.
Violaron las leyes.
Tomaron el dinero y los recursos materiales del gobierno, que son del pueblo, para desviarlo a sus bolsillos y a las campañas políticas.
Compraron no sólo votos, también conciencias, lealtades y dignidades.
Cooptaron a la prensa.
Manipularon a la opinión pública.
Pervirtieron el estado de derecho.
Dañaron nuestra incipiente democracia y las instituciones.
De la manera más perversa abusaron de los débiles y necesitados.
Mintieron al electorado, a los veracruzanos, a todos los mexicanos.
Y lo más degradante y peligroso: con su propaganda sembraron la semilla del odio entre los mismos veracruzanos.
En suma, corrompieron todo lo que tocaron.
Los responsables de la vergüenza que nos tocó presenciar tienen nombre y apellido.
El primer responsable es quien decide y ordena absolutamente todo en este estado.
Esa persona es Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz.
Desde la más importante disposición gubernamental hasta el spot de campaña de su candidato, todo lo decide Fidel Herrera Beltrán.
A lo ya sabido por todo mundo, se agregan como pruebas sus propias palabras que escuchó México entero.
Violó la ley al entrometerse en el proceso electoral a favor de su candidato Javier Duarte.
Desvió dinero a las campañas políticas de los candidatos de su partido, el PRI.
Compró a líderes y militantes de los partidos de oposición, PAN, PRD, Convergencia, Verde Ecologista. Y hasta del propio PRI.
Corrompió a la prensa con dinero, publicidad y bajo una nueva estratagema: darles empleos en el gobierno a los hijos de los periodistas.
Con la prensa censurada manipuló a los veracruzanos.
Mintió al negar la autenticidad de las grabaciones en las que, con su voz, coordina la campaña de Javier Duarte y ordena distribuir recursos económicos para favorecer a sus candidatos, mismas que luego valida al interponer una denuncia por ser víctima de espionaje.
En contubernio con pseudolíderes sistemáticamente abusó de campesinos para que a cambio de unos pesos se desnudaran y acosaran al candidato del PAN adonde quiera que fuese.
En su disputa personal en contra de Miguel Ángel Yunes Linares desplegó una campaña de propaganda negra en la que lo acusó de pederasta, lo que exacerbó el ánimo de los veracruzanos que se adhirieron a su proyecto político y social confiando en la aparente democracia y tolerancia que pregona el gobernador.
En un contexto donde los ataques al líder se asumen como propios, lo que provocó Fidel Herrera Beltrán fue polarizar a la sociedad veracruzana en buenos y malos, sobre todo porque gusta de llamar a su adversario el “demonio”.
Usó la misma estrategia que Felipe Calderón Hinojosa utilizó al calificar a Andrés Manuel López Obrador como “peligro para México” en su campaña presidencial.
Al igual que Fidel Herrera Beltrán, Felipe Calderón Hinojosa también es responsable de los hechos indignos que vivió y sufrió Veracruz.
El presidente es responsable de entrometerse de forma indebida en el proceso electoral del estado.
Felipe Calderón Hinojosa es responsable por haber solapado y casi con seguridad ordenado el uso de programas y recursos públicos a favor de los candidatos de su partido.
Violó la ley, dañó a las instituciones del Estado, pervirtió a la democracia y transgredió nuestro estado de derecho.
De comprobarse que Felipe Calderón Hinojosa estuvo involucrado con la intercepción y grabación de las llamadas telefónicas del gobernador deberá ejercerse acción penal en su contra por la comisión de un delito considerado grave y, en su caso, purgar condena en la cárcel.
En orden jerárquico los ex candidatos Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares son responsables de cuando menos haber consentido los actos a favor de su campaña del gobernador y el presidente, respectivamente.
Si, como parece serlo, fueron parte activa ambos ex candidatos son responsables de delitos electorales.
En orden descendente los coordinadores de campaña, ayudantes, directores, funcionarios, civiles, asistentes, colaboradores, subalternos y toda aquella persona con puesto de mando en los partidos políticos, equipo de campaña y los gobiernos estatal y federal que por comisión u omisión colaboraron en esos hechos son responsables ética, moral y legalmente.
Ediles y funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno que tomaron parte de forma ilegal o no ética son responsables.
Líderes de la sociedad organizada, sindicatos, agrupaciones, asociaciones civiles, cámaras empresariales, etcétera que con conocimiento de causa participaron en esta vergüenza son responsables.
El 95 por ciento de los periodistas, directores, editores, reporteros, fotógrafos, editorialistas, caricaturistas y columnistas o propietarios, son responsables por sesgar u ocultar de forma activa o pasiva la información que publican.
La consejera presidenta Carolina viveros y consejeros del Instituto Electoral Veracruzano son responsables del vergonzoso y pusilánime comportamiento al frente del organismo garante de organizar las elecciones de manera democrática.
Como funcionarios electorales pusieron en vergüenza nacional e internacional a Veracruz.
Con su indolencia, parcialidad y falta de profesionalismo, que llegó al extremo de no difundir por radio ni televisión el debate de los candidatos a la gobernación, pusieron en peligro las elecciones y la democracia.
Todos ellos, comenzando por Fidel Herrera Beltrán, Felipe Calderón Hinojosa, Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares son responsables moral y éticamente del lamentable espectáculo que ofrecieron en Veracruz.
Lo deseable sería que esta responsabilidad se transformara en culpabilidad judicial para que no queden impunes esos hechos.
Veracruz no se merecía esto.